La fibromialgia es una enfermedad crónica que suele afectar a muchas personas. En Clínica Internacional, te contamos más sobre esta enfermedad que atenta contra el bienestar de las personas, provocando muchos malestares y dolores constantes. 

Esta enfermedad presenta dolor músculo-esquelético generalizado, alteración del sueño, fatiga y cansancio durante el día. Alrededor del 60% de las personas que la padecen, tienen síntomas de ansiedad o depresión. Algunos pacientes suelen presentar migraña, colon irritable, ataques de pánico o cistitis intersticial.

Es común que algunos síntomas sean más severos que otros, el cuadro es diferente para cada paciente. Los pacientes con fibromialgia también son propensos a tener artrosis, discopatía cervical o lumbar, artritis reumatoide, entre otros males. Esta enfermedad suele afectar principalmente a mujeres entre los 20 y 50 años de edad.

Aún no se ha logrado definir las causas exactas de esta enfermedad. La explicación actual es que algunos pacientes presentan una alteración anormal en el funcionamiento del sistema nervioso. Por ejemplo, los receptores de sensibilidad en la piel, así como la regulación de los estímulos dolorosos cuando se conducen por las vías nerviosas sensitivas, no funciona con normalidad. Además, ocurre un procesamiento inadecuado en el cerebro que conduce a la amplificación de la intensidad del dolor. Los factores psicológicos y sociales también pueden contribuir a esta amplificación.

Por lo general, el diagnóstico no requiere de análisis de sangre o de un estudio por imágenes, excepto cuando el médico requiera diferenciarlo de alguna otra enfermedad músculo-esquelética. Debido a que ahora son más los médicos que están familiarizándose con el cuadro de Fibromialgia, la enfermedad puede ser detectada a tiempo y en consecuencia, el tratamiento es oportuno e inmediato. 

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Tratamiento

El principal objetivo del tratamiento es eliminar el dolor. Para ello se utilizan determinados fármacos como pregabalina o duloxetina, que requieren de un determinado periodo de tiempo para actuar. Luego, el doctor podrá definir la dosis apropiada para evitar y disminuir el dolor, el sueño y la fatiga. El medico decidirá que otros medicamentos se asocian dependiendo de los síntomas adicionales.

Además del tratamiento con medicamentos, la terapia no-farmacológica también ayuda a mitigar las molestias. Esta terapia incluye una terapia psicológica acompañada de actividad física. Los trastornos emocionales asociados, deben tratarse por un psicólogo o psiquiatra familiarizado con la enfermedad. Es importante que este especialista consiga modificar el pensamiento y la conducta frente a los factores que resultan estresantes para el paciente, de modo que ayude a reducir el dolor.

La actividad física consiste en caminar 30 min al menos 3 veces por semana, a una intensidad tal como la que le permitiría conversar con otra persona. Para las personas que recién empiezan con un régimen de ejercicios, sea las caminatas, natación, pilates o ejercicios en un centro de medicina física y rehabilitación, la progresión debe ser gradual. Practicar ejercicios de forma excesiva puede agravar el dolor.

Finalmente, el paciente debe llegar a identificar bien sus síntomas, evitar los factores de estrés, aplicar las técnicas de relajación enseñadas por el psicólogo y emplear los tratamientos farmacológicos de una manera supervisada. Además, es importante conversar con el médico sobre el retiro de los medicamentos, cuando se hayan presentado importantes mejoras en la calidad de vida del paciente.